martes, 14 de junio de 2016

ZALMOS MUNDI
















I

¡Oh, hermana! No preguntes al sabio si la tierra                                        
ha sido encadenada. En tu propio abrazo la Paz
será semilla que sólo con Justicia ha de ser regada.

II

Por el camino sin retorno no es la huida el motor:                          
sobre las estrellas se posan los pies de los hermanos
y, en cada parada, el germen de la alegría y el consuelo.

III

Han de beber las aguas que las tierras riegan,                                           
libres las aguas de las tierras todas libres,
sus habitantes sin dueño.

IV

Son los pájaros en tu cabeza quienes hacen danzar el mundo.                 
Tus pájaros y los míos y los suyos:
migratorios cantos que a la raíz alimentan.

V

Y el color no es la primavera.                                                     
Una niña extiende la mano sin miedo
y sobre la palma construirá los colores humanos.

VI

Porque tras cada máscara de la infinita serie                                
más fiel es el misterio de la voz
al magma rojo de la vida.

VII

Y, ante cualquier forma que el odio a la libertad adopte,                         
la defensa instintiva del animal que aún somos
ha de recordarnos que también somos hijas de la furia.

VIII

En la noche la luna rueda                                                              
por las veredas en cuyos márgenes
sueña la humanidad salvarse de su miseria.

IX

Mientras, el mar inquieto absorbe los ruidos                                 
del mercado de los hombres, y el devenir
de las tierras sumergidas, amplifica.


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