Pero a
veces
sólo es
mirar a
través de la ventana.
Esperar
que las
cosas aparezcan
en el
encuadre y
quizá
nombrarlas
erróneamente,
describirlas
de
forma absurda,
confundirlas,
emborronarlas,
mezclarlas
en esta
lluvia morada
que tiñe
los cristales,
y esperar
que
desaparezcan
sin
sentir
más que
un desconocido peso
en los
párpados
sin
imaginar
más que
una nube añil
mordiendo
el filamento
de una
bombilla
sin
casquillo.
A
veces, sólo es
la
proximidad a un yo mismo
que
alguien
describe
jugando a mirarme
desde
el otro lado
de mi
inocencia.
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